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martes, 24 de diciembre de 2013

1 - 1

    Tengo ganas de equivocarme, y hacer algo tan mal, tan mal, que no haya peor forma de hacerlo. Y no quiero nada más que alejarme de esta comodidad aparente, porque ya ha pasado mucho tiempo sin autosabotearme. Ese es el instinto, de avanzar y retroceder, más bien un retroceder, hacia adelante, entre estas quebradizas horas que se esfuman sin que puedan ser recordadas.
   Me pasa que soy débil y no puedo llevarme tranquila por la tierra suave, callada, fuera de la llamada insistente de otra cosa deseable. Sí, y no puedo estar aquí tranquila, escuchando al viento mecer las hojas, escuchando la bulla de esa gran cuidad que se desvela bajo la luna. 
    Siento como si no pudiera evitarlo, escuchar que no escucho a nadie, no queriendo estar aquí, como si quisiera estar realmente en otra parte que cambia de color según las estaciones del año. 
    Querer es una palabra demasiado grande, ahí cabe todo, y al final ahí, no cabe nada. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

De rutina.

    La mirada perdida de aquel que no quiere ver. La respuesta casi automática de buscar afuera, afuera, afuera lo que está aquí. Ya nada parece digno de ser contado, siempre hay historias mejores y mejores formas de contarlas. Pero eso todos lo saben. Yo preferiría escribir, escribir, escribir, pero siempre estoy buscando. Y rara vez me canso. No hay solución fácil para la ausencia de lo esencial. Sólo están esas piezas postizas, los inútiles deseos cumplidos, y ese invencible optimismo que no me deja caer tranquila. 
     Hoy tengo la calma de un silencio inédito, un suspiro que busca expandirse más allá de estas murallas de concreto. Abarcar mucho más de lo que podría ser asumido como la verdad, seguir, seguir y respirar al unísono con todo lo que puede hacerlo. Para después, con toda la fuerza de la gravedad, tener que tragarme todo ese aire del mundo, sin poder soportar su grandeza.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

11.12.13

Ahí está la soledad fragmentada en el mundo. Queriendo colarse en los hoteles, en los bares, en las plazas. Sí, y qué bien la saben mirar, que bien quieren estar con ella. Tú, callada, esperando a que las personas se separen, que se pierdan, que duden, que se vayan a divagar sobre su propia existencia. Y siempre llegan a ti, colmados de ese vacío que se llama hombre y que no se sabe apreciar, ese vacío que en verdad no necesita ser llenado, ese vacío digno de toda gracia.

jueves, 31 de octubre de 2013

R.

Ese escalofrío de un invierno que sólo se que está dentro de mí. Un escalofrío que no sentía hace tiempo y que incluso me hace sentir miedo. Sí, miedo, siempre estoy hablando de miedo, pero este miedo es un miedo atrevido, que se desvestiría sólo porque lo vieran morir. Por un instante me despego del mundo, y unas luces pequeñas se encienden en mi interior, ellas lo saben, quizás es el comienzo de un final que ya vi venir. Es un desastre. Pero esto me da más ganas de vivir, de sentir, de sentir tanto como siento en esos sueños que quiero soñar, porque durmiendo sigo viviendo la vida que quiero y no quiero vivir. Pero no soy otra, adormecida soy la misma que en la vigilia. Eso a veces me gusta, pero otras veces me llena de un terror a la locura, un terror a irme para siempre y no volver jamás. Y no poder ver nada de lo que está palpitando aquí, frente a mí, como si me recordaran que corre sangre por mis venas. Sí, el escalofrío persiste y llega a ser misterioso, misterioso como esas ansias que tengo de estar en otro lugar, en otro lugar que se parezca a este y en el que pueda echar raíces para despedirme de esta desgarradora levedad. Ese es el sueño, ese es el deseo, el deseo que me recorre como el frío que fluye por mis huesos sin miedo, es increíble. Y no sé que pasará, no sé si podrán las cosas ser diferentes, pero al menos puedo saber que el miedo está acá adentro, y que con tan solo hablar podría cambiar algo, algo que sé que me llevará a tierras diferentes. 

jueves, 10 de octubre de 2013

0

Calma, cierra los ojos, siente el viento en tu pelo, siente como la tierra late bajo tus pies, está viva, tú estás vivo. No hay nada más, ya no existe el dinero, no existe el reloj, no existen el deseo. ¿Escuchas el silencio? ¿Sientes en tus propias venas correr tu sangre? Sigues vivo.
    Aunque se abra la tierra, aunque el agua se seque, aunque el aire se extinga, aquí estarás. 
Tu pelo se cae, tu piel se seca, tus uñas dejan de crecer, tus huesos se quiebran, tu piel es polvo, tu olor se esfumó. Y aún sigues aquí, estás vivo.
    Llegó lo que esperabas, el mar se abrió de par en par, eso que querías cayó del cielo, eso que creías que era amor te remeció el alma ¿Y para qué? ¿Para ser feliz? ¿Lo eres? Sólo sé que todavía estás vivo.
    Y esa, sí, esa, tu peor pesadilla, la lograste vivir ¿Te desgarró las entrañas? ¿Te hizo conocer el infierno? Sí, eso te hizo sentir más vivo todavía, y ahora puedes decir que eres humano. Quizás deseaste morir, quizás buscaste a Dios sin respuestas. Quizás lo encontraste.
    Tienes un intenso miedo a ser pesimista, tienes miedo a que el infierno en verdad esté acá, a que tu optimismo fuera el mal chiste de alguien que te pensó al revés. Y nunca te vi detenerte, dentro de cada fuego también hay agua.
    ¿Por qué sigues vivo? No esperas un mundo mejor, no esperas una vida mejor, no esperas nada, quizás hayas encontrado la respuesta. Prefiero no saberla, prefiero esperar sin esperar la mía.
    Nada termina, y aunque mueras todos los días sigues vivo, porque quieres estarlo, ¿cogito ergo sum?
     

domingo, 23 de junio de 2013

Big Moon

Cuál es el precio que tienes que pagar por ser tú mismo. Comprender que estamos solos, que nada es indispensable, que todo muere inevitablemente. Paz, infinita paz que pocos tocan, una paz que se ve lejos de esta bulliciosa cuidad, pero que en verdad está en ti, escondida detrás del rostro que nos impusieron. Todo a simple vista parece incorrecto, decepcionante, frío como los edificios, hueco como los ascensores. Y me pregunto si eso era todo, si eso es todo, y sí, eso es todo en ese mundo inmóvil. Entonces, en otro lugar está eso de lo que escribo, eso que fotografío con mis palabras, que intento mantener intacto, que observo y paralizo, y todo se vuelve insignificante al lado de  eso, porque sé que es la realidad. Mi realidad, lo que no se ve por fuera, lo que se escucha con el alma, lo que no es palpable, de lo que casi nadie habla, porque ahí estamos todos desnudos y somos lo mismo, vulnerables, sinceros, sin nada que perder. Porque nada es indispensable, porque no existe nada sin lo que podamos vivir, porque en el mundo de las cosas todo perece, y el valor de las cosas se centra en que no las necesitamos. La libertad es algo que yo elegí, la libertad de intentar ser de la mejor forma acá, porque, aunque no podamos vernos tal como somos, existimos y creamos nuestro personaje, e intentaré que ese personaje corresponda con lo que yo creo.

martes, 30 de abril de 2013

Anybody in there

Tengo penas de colores, tengo penas tan hermosas. Tengo penas de sabores, tengo penas que no me dejan avanzar. Tengo penas que son ciegas, tengo penas tan diferentes, tan de acá y tan de allá, tan oscuras y tan claras. Tengo una pena para cada día, pero no puedo siempre verlas, algunas aparecen solo en sueños, suspirándome al oído: "corre". Pero cada una nació algún día hermoso, cada una me quitó pasado y me regaló futuro. Mi problema surge cuando no sé de dónde vienen, o cuando se creen inmortales. A veces sólo las pongo a pelear entre ellas, y así me paso los días, escuchándolas. A veces creo que se han ido, pero en verdad se esconden, les gusta jugar conmigo, pero yo no puedo jugar con ellas, porque a muchas no las conozco. Mientras más profunda la pena, más hermoso es el llanto. Pero también tengo alegrías, que mientras mas ingenuas son, más las amo. Porque mientras más simple es el alma de mis alegrías, más reales son. Y la realidad es ese collage, es ese mundo donde convivo con todo esto, adentro hay espacio infinito, suelo perderme entre sus rostros felices y en esos rostros profundos. Es esa gota de tinta dispersa en el agua. Hoy no sé escribir, hoy no sé dónde estoy, simplemente no puedo mirar mi presente, por qué siempre tenemos que estar pegados en el pasado o en el futuro. El sin sentido ha sido un lugar común entre los poetas. Hace mucho que no tengo una idea interesante. 

Punto y coma.

Vacío, eterno vacío, lleno de hojas, de escalofrío, de otoños, de rápidas noches que nunca duermen, de pesadillas sobre aquellos sucios rincones que nunca limpio, de la inseguridad que satura las estrechas paredes de mis arterias; de ese dolor que no sé dónde está pero que siempre sabe aparecer cuando quiere hacerme daño. Entonces qué queda. Por qué mi vida está llena de preguntas retóricas que en verdad no tienen respuestas. Cerrar los ojos no es señal de nada. Hundirse profundamente en cada mes del año. Vivir sin saber dónde estoy, avanzar inconscientemente. Esa habitación oscura vuelta un eco informe: mi cabeza. Todo se basa en el siguiente paso, en algún momento se van a acabar. No sé. Y sólo sé que, por mí tendré que dejar de nadar sin detenerme. Mirar sin ver, estar aquí, respirar sin sentir el aire en mis pulmones. Vacío, el final que nunca llegará, el final que nunca se va a ir, qué más humano que sentirse infinitamente insignificante. Aprender a Amar, aprender a mirar tu alma, aprender a quedarme callada.

martes, 16 de abril de 2013

Final caja negra

Que abran la caja negra significa que nunca estuvo cerrada completamente, aunque yo haya sentido por un hermoso instante que así lo era. Entonces quién tiene la culpa, ya no puedo echármela a mí, ni a nadie, ya es demasiado tarde. Comienza la vista panorámica, el olvido borra los detalles, quizás sea más fácil entender lo esencial. Quizás el eterno intento de no quedarse estancada me lleva a mirar a otros horizontes, a perderme en tierras lejanas, con la certeza de que en algún momento tendré que volver. Es probable que tenga que aprender de la forma más melancólica que no siempre se puede ganar, que hay que agachar la cabeza y continuar, sin poder hacer nada, sin esperanzas de la tierra prometida, sin miedo y con resignación. Así algún día no será más que una nostalgia ahogándose. Ya no puedo seguir buscando respuestas a algo que está más allá de lo que cualquiera puede entender, ya no puedo seguir quejándome, evitando dar el brazo a torcer. En algún momento solo podré ver la luz de una estrella ya muerta hace millones de años. Es que no se le puede dar nombres al rompeolas que se tiene en el pecho, no se puede buscar el origen del encantamiento, no se puede nadar contra la corriente. Es simplemente tristeza, una tristeza que me recorre libremente, que no tiene orgullo, que sólo quiere fluir sin tener que esconderse en alguna parte. Quién soy yo para detenerla.

"Conocer la otra mitad es poco,
comprender que solo estar, es más puro"
Vivo, Gustavo Cerati

viernes, 12 de abril de 2013

No sé

No puede ser malo sentir el alma dar vueltas dentro del cuerpo, acomodarse, estirarse, llamar la atención para que jamás olvide que ahí adentro estoy yo, porque no soy necesariamente a la que reconozco en el espejo. No sé de qué estoy escribiendo pero siento que debo hacerlo, siento que es mi responsabilidad dejarme fluir y vertirme aquí, sin miedo, sin esperanzas de que algo cambie, sin esperanzas de ser diferente. He sido cobarde, me he mentido a mí misma, he hecho callar a la voz interna cada vez que intentó avisarme que no estaba siendo sincera. Ya empecé pero no sé cómo terminar, estoy cansada, de qué, no hay motivo para quejarse, lo mejor está a punto de empezar.

lunes, 28 de enero de 2013

Dos mil 13

Oiga, los recuerdos nos se borran, se acumulan, se llenan de polvo, ocupan el espacio de lo que soy, me llaman de vez en cuando a reconocer cadáveres. 
Cierro los ojos a lo que no quiero ver, me tapo los oídos, pero aún no aprendo a cerrar la boca. Ojalá ya estuviera ahí, ojalá supiera cuál fue el truco -es posible que también sea magia- del mago. Hoy no existen estructuras, hoy no existe Dios, hoy las cosas se ven diferentes. Si pensara un poco menos, si soñara un poco menos, si pudiera tener la suficiente fuerza de voluntad para perder el miedo a perder. Es una pasión de doble filo eso de la autocompasión, sentir empatía con los edificios, sentir empatía conmigo misma. No. Quisiera que esto no tuviera sentido, quisiera poder tener la verdad entre mis manos y poder preguntarle por todo aquello que me ha quitado el sueño últimamente.
ESTOCOLMO. IGNORANCIA. MIEDO. sUSPenso. Así mismo ocurrió, desperté un día y no quería seguir escuchándome, desperté un día y no me reconocí. Quizás debería tirarme de cabeza a los impulsos, en qué momento comencé a tener las esquinas cuadradas. 
Por qué las cosas tendrían que pasar por alguna razón, por qué tengo que creer que las cosas tienen un sentido, quién me maldijo con toda esta mentalidad occidental. 
Ay, he pecado. Perdón.
Ouch, quisiera ser perro.