Siento como la levedad y el miedo se apoderan de mi terrenal existencia. Me siento cada vez más humana, más dentro de esta sociedad infinita que me está mostrando quién en verdad importa. Y todo parece espantosamente absurdo, calamitoso, extremo, desagradable. No sé cómo expresarme, no sé que quiero decir, no sé quien soy, me siento excesivamente inútil. Tengo pena, rabia, un silencio incómodo que se me hunde en el pecho y me asfixia, hasta dejarme agónica de palabras con sentido. Quién mierda soy para meter a las personas en cajas, clasificarlas, enumerarlas, analizarlas por el tipo de zapatos que usan, por el tamaño de su vientre, por la cantidad de años y anillos que llevan encima. Siento que estoy sólo gastando aire y espacio dentro de tanto camino por andar. Me siento diminuta, innecesaria, infantil. Me encierra en una argolla flamante la idea de tener que madurar y usar la ropa correcta que corresponde a la mujer femenina y sus zapatos de tacón tan "necesarios", que no llevo dentro, sino que debo llevar por fuera. Me tortura la idea del vacío, de la nada, del castigo eterno del ocio, de lo vago, de lo incierto y lo fácil. Diecisiete años no me han alcanzado para salvar al mundo ni descubrir los secretos del universo, siento que moriré en el momento en que sepa la verdad. Todo me parece tan común, tan doloroso y calamitoso. La gente se oye igual. Se ve igual. Y todos quieren ser diferentes.
A mí lo que en verdad me preocupa es dejar de ser tan terrenal, dejar de ser tan vana y comenzar a trabajar desde lo que realmente importa. Llegar a descubrirme a tal punto que no sea necesario tener que luchar con los demonios para entender lo que realmente se debe hacer: quedarte o dejar, esperar u olvidar, dormir o trabajar, soñar o aterrizar. Creo que siempre he estado llena de todo lo que arma a este mundo y lo hace tan material y palpable. No quiero tener que ver para creer, quiero sentir con cada centímetro de mi cuerpo lo que debo hacer y no dudar por un mísero comentario opuesto.
Pienso que esa parte de dudar es importante para poder entender de qué se trata todo esto. Sin la duda significa que siempre estaríamos seguros y no pararíamos de imponer nuestra razón frente al resto.
Todo esto de lo humano debería ser estúpido y falso, y lo es, pero me cuesta tanto desprenderme de este cuerpo tan biológico, tan anatómico, tan científico. Cuáles son los hilos que mueven a la gente, no entiendo por qué existe gente buena y gente mala, por qué lo primero que preguntamos de las películas es cuál es el villano y cuál es el héroe. Conozco a pura gente que le gustan los buenos, y me da miedo tener cerca a los que les gusten los malos y ser malo.
Quiero dejar de ser todo lo que he sido hasta ahora y enfocarme en separar las cosas y vivir sin miedo de lo mal que se pueda ver lo externo, me encierro en mí misma y espero innecesariamente la aprobación y la compañía ajena. Hay que aprender a convivir con uno mismo, aguantarse y criticarse, y no dejar que los ojos de otro mortal vengan a dirigir el sentido de tu vida. A mí me cuesta comprender eso, sé que es verdad pero no me lo trago, quiero avanzar por el camino correcto y no quiero ser el villano.
La gente no se clasifica ni en buenos, ni malos, ni tontos, ni gordos, ni flacos. La gente no se clasifica porque somos todos iguales, nuestra alma se degenera al compartir con todo lo humano. Simplemente quiero estar lo más lejos posible de todo lo innecesario.
No existe el progreso indiscriminado del hombre, sólo creo en el progreso indiscriminado del alma.
Súper hippíe, súper humana.