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lunes, 26 de septiembre de 2011

Supercalifragiliesticoexpialidoso

Siento como la levedad y el miedo se apoderan de mi terrenal existencia. Me siento cada vez más humana, más dentro de esta sociedad infinita que me está mostrando quién en verdad importa. Y todo parece espantosamente absurdo, calamitoso, extremo, desagradable. No sé cómo expresarme, no sé que quiero decir, no sé quien soy, me siento excesivamente inútil. Tengo pena, rabia, un silencio incómodo que se me hunde en el pecho y me asfixia, hasta dejarme agónica de palabras con sentido. Quién mierda soy para meter a las personas en cajas, clasificarlas, enumerarlas, analizarlas por el tipo de zapatos que usan, por el tamaño de su vientre, por la cantidad de años y anillos que llevan encima. Siento que estoy sólo gastando aire y espacio dentro de tanto camino por andar. Me siento diminuta, innecesaria, infantil. Me encierra en una argolla flamante la idea de tener que madurar y usar la ropa correcta que corresponde a la mujer femenina y sus zapatos de tacón tan "necesarios", que no llevo dentro, sino que debo llevar por fuera. Me tortura la idea del vacío, de la nada, del castigo eterno del ocio, de lo vago, de lo incierto y lo fácil. Diecisiete años no me han alcanzado para salvar al mundo ni descubrir los secretos del universo, siento que moriré en el momento en que sepa la verdad. Todo me parece tan común, tan doloroso y calamitoso. La gente se oye igual. Se ve igual. Y todos quieren ser diferentes.
A mí lo que en verdad me preocupa es dejar de ser tan terrenal, dejar de ser tan vana y comenzar a trabajar desde lo que realmente importa. Llegar a descubrirme a tal punto que no sea necesario tener que luchar con los demonios para entender lo que realmente se debe hacer: quedarte o dejar, esperar u olvidar, dormir o trabajar,     soñar o aterrizar. Creo que siempre he estado llena de todo lo que arma a este mundo y lo hace tan material y palpable. No quiero tener que ver para creer, quiero sentir con cada centímetro de mi cuerpo lo que debo hacer y no dudar por un mísero comentario opuesto. 
Pienso que esa parte de dudar es importante para poder entender de qué se trata todo esto. Sin la duda significa que siempre estaríamos seguros y no pararíamos de imponer nuestra razón frente al resto. 
Todo esto de lo humano debería ser estúpido y falso, y lo es, pero me cuesta tanto desprenderme de este cuerpo tan biológico, tan anatómico, tan científico. Cuáles son los hilos que mueven a la gente, no entiendo por qué existe gente buena y gente mala, por qué lo primero que preguntamos de las películas es cuál es el villano y cuál es el héroe. Conozco a pura gente que le gustan los buenos, y me da miedo tener cerca a los que les gusten los malos y ser malo. 
Quiero dejar de ser todo lo que he sido hasta ahora y enfocarme en separar las cosas y vivir sin miedo de lo mal que se pueda ver lo externo, me encierro en mí misma y espero innecesariamente la aprobación y la compañía ajena. Hay que aprender a convivir con uno mismo, aguantarse y criticarse, y no dejar que los ojos de otro mortal vengan a dirigir el sentido de tu vida. A mí me cuesta comprender eso, sé que es verdad pero no me lo trago, quiero avanzar por el camino correcto y no quiero ser el villano. 
La gente no se clasifica ni en buenos, ni malos, ni tontos, ni gordos, ni flacos. La gente no se clasifica porque somos todos iguales, nuestra alma se degenera al compartir con todo lo humano. Simplemente quiero estar lo más lejos posible de todo lo innecesario. 
No existe el progreso indiscriminado del hombre, sólo creo en el progreso indiscriminado del alma.


Súper hippíe, súper humana.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Trepadora mentira

Soñé con un beso entre la vida y la muerte, con la locura, con la completa demencia. Soñé soñando que mi sueño era verdad, que la soledad no existía, que miles de siglos de dolor se habían terminado con un beso imaginario. Se puede sentir tanto dolor en una vida, y ni la mitad de ese sufrimiento puede ser explicado en palabras. No fue un beso amoroso, no fue un beso de príncipes y castillos. Fue un beso de una de las más grandes mentiras que jamás he creado, fue el roce de cuchillos infectados del pasado, fue un puente entre la realidad y la más hermosa mentira. Qué se debe sentir después de los sueños, qué se debe esperar después de ellos. Yo no quiero soñar más con manicomios, con silencios, con verdades inciertas de años de mala suerte, simplemente quiero ser yo ahora tranquila y sin remordimientos. 
Soñé que no existía nada más en el mundo, soñé deseando no despertar porque aunque las mentiras sean muy reales, en el alma se sabe que hay cosas imposibles y que aunque desee con todas sus ganas revertir el hechizo de la realidad, la verdad está esperándote para cuando abras los ojos y digas "todo fue un sueño".
Olvidar, si se puede olvidar, aunque los viejos miedos de generaciones anteriores vengan a moverte el piso. Tantas lágrimas que alguna vez soñé y seguiré soñando. Tanto que se tiene encerrado en el corazón y tiene que callarse, sin demostrarse, sin paralizarte. Por qué tengo que sentir esas miles de sensaciones moviendo tu cuerpo como si aún siguieras creyéndole a ese puto sueño. Nadie nunca me dirá que podrá entender lo que estoy sintiendo en este momento. Maldita inspiración que llega en los sueños, por qué se mete el engaño en mis sueños y me hace despertar asustada. 
Hoy quiero olvidar para siempre ese beso falso entre mi nariz y mis labios, quiero olvidarlo porque hoy puedo saber que existen límites entre todo esto; y que aunque quiera morir por ese beso, nada justificará nada. Me arrepentiré de nuevo por querer soñar despierta, y el viento de la primavera me susurrara lo que no quiero escuchar y me llama "la verdad es la mas cruda realidad".

sábado, 10 de septiembre de 2011

MU

¡Por la cresta! Qué gran desperdicio de tiempo siento al apretar tantas veces el mismo botón y no encontrarle sentido. Nada tiene sentido ahora. Y lo peor es que nada importante ha pasado como para perder las esperanzas. Siento que pertenezco a la generación equivocada. 
Salgo. Me callo. Dudo. Trato de explayarme. No se entiende. Grito más fuerte. No se oye. Me callo.
No espero nada, miento, espero mucho. Quiero mentirle a mi mente y dispersarla, pero no hay caso, continúa la lluvia de ideas. Me siento ciega y perdida. 
"Lo esencial es invisible a los ojos"
Por eso veo mucho y también me cuesta entenderlo todo.
Sentía algo que no puedo recordar. Estos días son tan agrios, inmemorables, bochornosos, indicados, irreparables.
Y si no escribo de esto, de qué escribir. No tengo de qué hablar, me he quedado muda, sin las palabras justas ni necesarias. 
No, ahora nada tiene sentido porque el sentido está inmerso en sigo mismo. Los días normales y olvidables que  estoy viviendo me hacen recordar que la razón no está muy lejos. OK.
No sé si en el cielo se podrán decir groserías, porque si es por eso el cielo dejó de ser opción.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Yo escribo porque no sé dibujar, porque no sé cantar y tampoco sé bailar. Puedo escribir cartas, postales, notas y muchas cosas más que puedan tener muchas y muchas letras. Pero ahora me cuesta escribir, ya no creo en las cosas en las que antes creía. Los recuerdos son algo que se va perdiendo con el tiempo, y de un momento a otro te encuentras escribiendo sobre algo que parece nunca haber existido, nunca haber sido de esta tierra, nunca haber estado cerca de mí.

El olvido se olvida.

El mundo funciona de acuerdo al olvido. Existe una fuerza misteriosa que nos hace saltarnos escalones en la memoria y actuar de acuerdo a lo escaso que recordamos. Es simple, los milagros ocurren porque a alguien se le olvidó hacer algo y se rompió la cadena de la rutina. Es más fácil olvidar que recordar, por eso ese es el mecanismo más rápido y práctico para las situaciones extraordinarias, y también para las más comunes. Además de ayudar a que la vida se haga más compleja, ayuda a poder sentir de nuevo, ayuda a poder "vivir" de nuevo, y repito, como es más fácil olvidar, superamos las cosas por puro favor de la mala memoria. Por eso en esos momentos es que estamos muertos de miedo es mejor inventar nuevas cosas y simplemente olvidar. Así dejamos de estar paralizados. Olvidar básicamente es lo que llamamos despejar la mente. Es simple, sutil y delicado, ¿simple? no siempre es así, pero se vuelve la única opción para vivir; pero siempre se debe pensar en que no todo lo podemos dejar pasar, y hay que luchar a veces con el olvido y el despejar tu mente para poder recordar lo que nos mantiene así de reales, así de humanos, así de extraordinarios. Si existiera Dios, por medio del olvido movería el mundo, pero no va a ganar, porque existen los libros. Y por esa razón sigo escribiendo en mi blog, en mis cuadernos, en mis croqueras, porque debo escribir siempre para no olvidar mis raíces, no olvidar quien soy. Porque nadie va a poder borrarme completamente, el olvido se olvida, y siempre depende de que se quiera olvidar; o simplemtende de lo que nuertra alma nos pida o quiera que olvidemos. Olvidar por un segundo, una hora, o una vida entera.