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sábado, 19 de febrero de 2011

Estrellas distorsionadas.

Me mata la idea de la perfección azotada por una noche triste;
yo no sé que me espera,
yo no sé quién me espera.
Mis sueños son ruidos,
son ruidos que suenan y no existen.

Conozco mis siete sentidos,
por eso viajo de planeta en planeta;
huyo de los policías intergalácticos,
predico mis ideas de soñadora asimétrica.

Acá no hay aire,
ni nubes,
ni sueños sin mando,
me callo y concluyo:
las puertas se abren
cuando agito mi pelo castaño.

Distorsionada, acomplejada,
distanciada y calmada,
me devuelvo camino a la tierra
con dos siglos de viajes entre estrellas,
ahí está todo esperando a la exiliada...
la verdad sólo llega cuando cruzo los dedos.

viernes, 18 de febrero de 2011

El cuadro completo.

He tenido cientos de vidas durante toda mi existencia, hoy cerré los ojos y me dí cuenta de que había nacido de nuevo. En esta vida, tengo la experiencia de haber tocado el cielo y el infierno, he mirado desde arriba y desde abajo, tengo experiencia para todos, pero para mí todo lo hago como sí fuera la primera vez, y luego me voy dando cuenta de que empezar de nuevo es cada vez más fácil. Nacer, vivir, morir, renacer, muertes dolorosas, muertes calladas, muertes desapercibidas, renacimientos hostiles, difíciles y cruciales, pongo pólvora en los fusiles de mis venas, disparo miles de ideas que morirán de alguna forma.
Y ahora, viva de nuevo, hago algo que quizás no hacía tan a menudo, porque me faltaba algo que le cambia el título a mi historia: analizo la vida como sí fuera una pintura detallada, cada punto, cada átomo, cada color; y nada logra tener sentido en una pintura sí no se mira el cuadro completo... el negro y el blanco existen, el cielo y el infierno en la tierra existen, el dolor y el placer existen, coexisten, comparten, antagonizan sus existencias unos con otros. Entre esos detalles aparece una costumbre que siempre he tenido, existe la costumbre, y recién ahora la tomo en cuenta: de verdad es necesario a veces ver la pintura completa... comer, comer es la muestra más explícita de lo que suelo hacer, voy de lo que menos me gusta, a lo que más me gusta... ese es el punto, dejar lo mejor al final; por favor dígame la mala noticia primero, para que la buena me calme después, hay que pasar por lo malo para poder apreciar lo bueno, no quiero estar ciega toda mi vida sin poder ver que siempre el cuadro completo será lo que me tranquilice al final. Mi famosa costumbre es igual a la vida, es igual a la pintura terminada: en conjunto todo es una obra maestra, y en una obra maestra nunca va a predominar lo malo... siempre mi lado dulce le ha ganado al lado amargo.

sábado, 5 de febrero de 2011

+4

Es como si la demencia tuviera otras fronteras, volvió la inspiración de un golpe y me pilló bailando en los pasillos de la casa. Es incompatible la libertad con el aburrimiento, creo que todos somos presos alguna vez de alguno de estos antagónicos conceptos. Es como si el viento, la brisa del viento cliché, acariciara mi risa y la hiciera más fuerte, tan fuerte que lo demás comienza a oírse más despacio, tan despacio que casi no se oye. Entonces ya bastante tocada por la demencia, me entrego a los caprichos de mi yo fragmentada, las pulgas de mar saltan encima de mis pies descalzos en la sima de aquella montaña, la imagen absurda, confusa, forzada, aspiro el aire puro de la tierra prometida, como si de verdad creyera en cuentos de hadas.
Comunico un sutil mensaje de Estado, todos deberíamos ser sinceros, espontáneos, así con toda confianza contaría que es lo que tengo entre manos, mis obscuros propósitos serían rebelados, y reiría con más ganas, es como si no pudiera mentir a mi lado, ojalá que de las cenizas no renazca un ser humano.