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martes, 24 de diciembre de 2013

1 - 1

    Tengo ganas de equivocarme, y hacer algo tan mal, tan mal, que no haya peor forma de hacerlo. Y no quiero nada más que alejarme de esta comodidad aparente, porque ya ha pasado mucho tiempo sin autosabotearme. Ese es el instinto, de avanzar y retroceder, más bien un retroceder, hacia adelante, entre estas quebradizas horas que se esfuman sin que puedan ser recordadas.
   Me pasa que soy débil y no puedo llevarme tranquila por la tierra suave, callada, fuera de la llamada insistente de otra cosa deseable. Sí, y no puedo estar aquí tranquila, escuchando al viento mecer las hojas, escuchando la bulla de esa gran cuidad que se desvela bajo la luna. 
    Siento como si no pudiera evitarlo, escuchar que no escucho a nadie, no queriendo estar aquí, como si quisiera estar realmente en otra parte que cambia de color según las estaciones del año. 
    Querer es una palabra demasiado grande, ahí cabe todo, y al final ahí, no cabe nada. 

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