Tengo penas de colores, tengo penas tan hermosas. Tengo penas de sabores, tengo penas que no me dejan avanzar. Tengo penas que son ciegas, tengo penas tan diferentes, tan de acá y tan de allá, tan oscuras y tan claras. Tengo una pena para cada día, pero no puedo siempre verlas, algunas aparecen solo en sueños, suspirándome al oído: "corre". Pero cada una nació algún día hermoso, cada una me quitó pasado y me regaló futuro. Mi problema surge cuando no sé de dónde vienen, o cuando se creen inmortales. A veces sólo las pongo a pelear entre ellas, y así me paso los días, escuchándolas. A veces creo que se han ido, pero en verdad se esconden, les gusta jugar conmigo, pero yo no puedo jugar con ellas, porque a muchas no las conozco. Mientras más profunda la pena, más hermoso es el llanto. Pero también tengo alegrías, que mientras mas ingenuas son, más las amo. Porque mientras más simple es el alma de mis alegrías, más reales son. Y la realidad es ese collage, es ese mundo donde convivo con todo esto, adentro hay espacio infinito, suelo perderme entre sus rostros felices y en esos rostros profundos. Es esa gota de tinta dispersa en el agua. Hoy no sé escribir, hoy no sé dónde estoy, simplemente no puedo mirar mi presente, por qué siempre tenemos que estar pegados en el pasado o en el futuro. El sin sentido ha sido un lugar común entre los poetas. Hace mucho que no tengo una idea interesante.
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