Ahí está la soledad fragmentada en el mundo. Queriendo colarse en los hoteles, en los bares, en las plazas. Sí, y qué bien la saben mirar, que bien quieren estar con ella. Tú, callada, esperando a que las personas se separen, que se pierdan, que duden, que se vayan a divagar sobre su propia existencia. Y siempre llegan a ti, colmados de ese vacío que se llama hombre y que no se sabe apreciar, ese vacío que en verdad no necesita ser llenado, ese vacío digno de toda gracia.
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