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sábado, 25 de diciembre de 2010

Tolerancia al olor a mierda.

Otra vez, silenciosa, otra vez, me escondo, callada, evito, omito. La reina de las pesimistas está reclamando su trono... ese trono no existe, pero lo merezco, y hoy es el perfecto día para tomar un par de decisiones macabras. Potente, potente late el mañana ante mis ojos, se jubilan las promesas, los pájaros cantan como si se avecinara una muerte, no tienen idea de que los pájaros no le cantan a nada, y la muerte no existe, omito. Nuevamente, sentada en el suelo, moribunda, traicionada, egoísta, me escucho, escucho como protesto ante mi cuerpo estático, reclamo esa sonrisa que acompaño a mis mejillas en los días en que la vida era un eclipse en desarrollo, se me olvida todo lo que existe, se miran unas a otras las murallas de la habitación, nadie tiene idea de nada, no importa, aquí nadie murió.
Existen pláticas cómodas que te dan a entender que el tiempo no se ha perdido conversando, todos tienen los ojos muy abiertos, más abiertos que yo, yo no entiendo por qué pienso tanto, hace calor y mis ideas no son cálidas, son frías e insensibles, insensiblemente lloro, toco una puerta que no abre; escucho y escucho, entiendo el mensaje, no hay sufrimiento que valga, no hay pena que sobre, no hay lucha sin gloria, hay un extenso futuro que te llama...
Se me hiela la sangre, me congelo esperando una brisa marina, no hay calma al otro lado de la puerta, hay calma aquí adentro, prende la chimenea, existe un calor innato.
Soy la reina de las pesimistas, porque yo debo ser realista, cuando sueño me pierdo y nadie me trae de vuelta, fui niña alguna vez, y sigo igual de vulnerable que siempre.
Quiero, por favor, hacerme tolerante al olor a mierda, lo sigo oliendo en todas partes y a nadie le incumbe, he cometido muchos errores estos días, no me quiero arrepentir, acaso... los errores no existen... pretendo seguir haciendo lo que hago mejor... ser yo. Me pierdo, me pierdo en un día como este, me excluyo, protesto.

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