Juraría que pasó frente a mi ventana esa mujer, extraña mujer, sus cabellos parecían tentáculos grises, su piel era tan pálida, sus pasos eran tan largos. Sólo la conocía en mis sueños, y, ¡estaba ahí!, en su completa serenidad en medio de mi universo, maldita mujer, cómo quisiera intercambiar una palabra con ella, pero en mis sueños ella me lo dice todo, aunque sea muda.
Su largo abrigo oscuro, viejo, con olor a madre, es la perfección de la vanguardia onírica, es la belleza máxima frente a mis ojos humanos, es un placer para mi vista. Esos zapatos toscos, cómo quisiera caminar con ellos, ponerme uno en un píe, y el otro contemplárselo puesto.
Ella pasó, por qué no me muevo, por qué no salgo atrás de ella si siempre he querido correr tras sus pasos, por qué sólo me quedo en mis palabras.
Quiero sentir su pelo en mi cara, que sus brazos me asfixien, que sus manos me den una cachetada y despertar, y correr atrás de ella.
Y, ¿quién es ella?, soy yo, es el lado tosco de mis días, es la perfección insaciable de locura, esos pasos son mal vistos en la tierra, esos pasos son los que quiero dar a ciegas, ese pelo es con el que quiero arroparme, adiós trajes, adiós culpa. Dejarme llevar por ella es dar un paso al vacío, ella no podría sobrevivir en este mundo asqueroso ni por un segundo, ella mataría a todos sin un mísero grado de culpa, ella se mataría llena de risa. Por eso ella no soy yo completamente, ella soy yo cuando me da la gana, ella es preciosa, ella es una inspiración, ella es un diamante que hay que pulir, su imperfección me encanta, pero disculpa, no sirves en esta tierra, ni siquiera deberías servir en mi mente, no te culpo, estás tan asustada como yo.
Esa mujer, su abrigo, su pelo, sus pies, es sólo una parte de mi paz interior, es la mayor parte de mis máximos placeres, desnúdate mujer que pasas frente a mi ventana, camina con mis pies, llora con mis ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario