.

.

miércoles, 12 de enero de 2011

Más de cien pupilas donde vernos vivos...

Me convierto en un espíritu sin identidad que va rondando los pasillos que alguna vez me dieron la vida. Siento como algo atraviesa cada parte de mi cuerpo, a cada minuto, en cada esquina de la gran casa de madera que ronca por las noches, se estremece, hace creer que algo viene, y nunca ocurre nada, no hay nadie más entre estas murallas. Continúo caminando, conozco a nuevas personas, son todo para mí y jamás las he visto despierta, no hay olores, no hay ruidos, no siento nada, mi cabeza se estremece por dentro, ya no estoy aquí, voy a otro lugar. Otra vez más estoy acostada en la habitación, de costado, las sábanas están heladas, ya amaneció, la televisión está prendida y siento paz, esa misma paz que perdí durante la noche, pretendo seguir durmiendo, sobreviví otra noche y me siento cobarde, me temo a mí misma, le temo a la inofensiva noche, huyo de nada. Siento que necesito una respuesta, una respuesta que me calme, eso me ha funcionado terrenalmente, pero, ¿eso funcionará ahora?, quizás no necesite nada, ¿aún estoy soñando?
Es de día, y aún permanece aquella sensación, no puedo explicar como se siente, me había pasado antes al final de extraños sueños, pero siempre despertar me salvaba, ahora que estoy despierta tengo que acostumbrarme a los escalofríos, nunca antes había sentido esto, aún trato de explicarlo, nace, nace desde el centro de mi cuerpo, un hormigueo extraño en algunos momentos, luego se vuelve adrenalina, permanece unos segundos, sube y baja por mi cuerpo, se apodera de mi pierna, de mis cejas, de mis manos, de mis dedos, de mis labios, y se acaba, se acaba cuando va a otro lugar de mi cuerpo... vive en mi cabeza, estoy segura.
En qué pienso, pienso en lo que debería pensar, no me relajo, primero pienso, luego existo, sí pienso mucho... ¿existiré dos veces?
Me pongo frente al espejo, siento el rostro dormido, como si la gravedad estuviera al doble de su potencia, me pesa la cara, y la verdad es que está igual que siempre, mírate, necesitas dormir, dormir de verdad.
Estoy cansada, pero tengo miedo a dormir, no dormir, dormir es lo que más deseo, pero los minutos antes de caer en los sueños, son eternos, la sensación logra su máximo esplendor cuando tengo miedo, y cuando mi cabeza esta apoyada en la almohada tengo miedo a los ruidos de la casa, y la sensación también me da pavor, vuelvo... vuelvo a caer en la trampa.
Qué es esto, estoy en otro sitio, no lo sé en verdad, sentada en la orilla de una playa, contemplo el mar, el faro, pareciera que siempre ha estado ahí, ahora que estoy despierta sé que no existe, pero antes no lo sabía, por qué sólo me calma la playa en mis sueños, mientras que tengo todo el océano despierta.
En la mañana, trato de recordar el día anterior y sé que debo lamentarme por algo, acudo a lo que provocó que el escalofrío rondara por mi cuerpo, recuerdo todo y me pregunto por qué me torturo de está forma.
Ahora estoy atascada en un armario de la gran casa, a pesar de que la casa no tenga armarios, yo juro que si hay, y me quedo aquí, la verdad es que no hay murallas, no hay puertas que me mantengan aquí pero de igual forma las imagino... tú me dijiste que dejara de imaginar puertas, está todo en mi cabeza, no sé por qué lo continúo haciendo.
Me callo y me corrijo, la verdad es que mi mente se cierra de vez en cuando y no deja que entre luz por mis orejas, no sé si algunas ideas puedan recompensar los errores que cometí conmigo, con la Francisca que me acompañará hasta el final, me molestan las moscas zumbando en la pieza al medio día, y a ella también... Enrique, Enrique, hazme despertar por favor, vivo mi día como si todo fuera un sueño y necesitara despertar...

"Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena."

Más de cien mentiras, Joaquin sabina

No hay comentarios:

Publicar un comentario