No puedo plantearme metas abstractas, tengo que buscar la idea más concreta posible para salir de aquí. Salir, salir porque estoy encerrada y ni siquiera lo sabía. Una comodidad absurda se apoderó de cada uno de mis sentidos, me cerró los ojos y me dejó ver lo que quería que viera. Es siempre lo mismo, avanzar dejando todo tal como está, sin detenerme a reparar cada fisura, cada error, cada mancha. Y así se ve mi obra maestra, manchada, rota por fuera, rasgada por dentro. Ni siquiera puedo disimularlo, nunca lo he podido hacer, no sé mentir, ni quiero aprender.
Pero estoy luchando, cada minuto que estoy sola conmigo misma lo aprovecho para volver, para perderme en mis pensamientos y recordar quién era antes de que se me nublara la vista y el corazón latiera con dificultad. Primero hay que tocar fondo, después asumir, luego volver, y pienso, en qué momento la superficialidad me puso sus anteojos. Debo parar de castigarme, por no ser más, por no ser menos, por no calzar en este molde que no existe.
Hay que tener claro por qué se hacen las cosas, por qué se actúa, y cuando esté consciente de eso sabré si fue por la idea correcta, y si no, deberé buscarla sin descansar. Aún no dejan de pasar aquellas imágenes tortuosas, aquellas palabras ruidosas que no van dirigidas a nadie, pero tienen que detenerse en algún momento, debo filtrar. Tomarlo todo tan personal ha abierto viejas heridas, me ha hecho descender a niveles mutilantes, tengo que calmar al león enfermo que llevo dentro, tengo que sanar al colibrí que guardé en esta caja.
Por qué me cuesta mirar a los ojos a al simpleza, por qué me esfuerzo por verlo todo más complicado de lo que realmente es. Confiarme me asusta, desconfiar hace que todo se caiga a pedazos. Siempre he sabido que los extremos nunca me llevarán a nada, siempre me ha molestado generalizar. Pero todas las cosas que aborrezco se han puesto mis zapatos últimamente, y se creen con la autoridad suficiente para decirme qué hacer, descaradas, deberé apuñalarlas.
Tendré que lamentarme, tendré necesariamente que arrepentirme, tendré que castigarme, tendré que llorar por cada error que he cometido. O quizás todo pase simplemente, quizás todo se vuelva un recuerdo, ni bueno ni malo, sólo una imagen monocromática, sin sombras ni luces. Eso esperaría, aunque también se ha vuelto recurrente simplemente no recordar, a tal nivel que no existe filtro.
Admito que estoy perdida, pero no tengo miedo a retomar el camino, a volver esa palabra tan eterna, tan circular, tan constante, volver para seguir, retomar para avanzar, callar para hablar cuando sea necesario.
No sé cómo he podido hacer que algunas cosas funcionen si no soy yo, quizás sea porque lo superficial no necesite mucho mérito, si lo más fácil de la vida es hacerse el tonto y sufrir. Debo recordarme, debo encontrarme, debo hacerlo con todas mis fuerzas, o estaré en este punto mucho más tiempo del que debería, y no puedo permitirlo. Merezco algo más que las cenizas de un mundo imaginario, de un ideal carcomido por la decadencia de la realidad y el pánico escénico, no, debo trascender a esa mentira que alimentó a tantos poetas, toda esta metamorfosis no puede haber sido en vano. Mis ojos serán los únicos que merezcan mirar por mí, mi boca será la única que merezca putear por mí, mi mente será la única que pueda razonar por mí, mi alma será la única que debe elegir por mí.
Por qué me cuesta mirar a los ojos a al simpleza, por qué me esfuerzo por verlo todo más complicado de lo que realmente es. Confiarme me asusta, desconfiar hace que todo se caiga a pedazos. Siempre he sabido que los extremos nunca me llevarán a nada, siempre me ha molestado generalizar. Pero todas las cosas que aborrezco se han puesto mis zapatos últimamente, y se creen con la autoridad suficiente para decirme qué hacer, descaradas, deberé apuñalarlas.
Tendré que lamentarme, tendré necesariamente que arrepentirme, tendré que castigarme, tendré que llorar por cada error que he cometido. O quizás todo pase simplemente, quizás todo se vuelva un recuerdo, ni bueno ni malo, sólo una imagen monocromática, sin sombras ni luces. Eso esperaría, aunque también se ha vuelto recurrente simplemente no recordar, a tal nivel que no existe filtro.
Admito que estoy perdida, pero no tengo miedo a retomar el camino, a volver esa palabra tan eterna, tan circular, tan constante, volver para seguir, retomar para avanzar, callar para hablar cuando sea necesario.
No sé cómo he podido hacer que algunas cosas funcionen si no soy yo, quizás sea porque lo superficial no necesite mucho mérito, si lo más fácil de la vida es hacerse el tonto y sufrir. Debo recordarme, debo encontrarme, debo hacerlo con todas mis fuerzas, o estaré en este punto mucho más tiempo del que debería, y no puedo permitirlo. Merezco algo más que las cenizas de un mundo imaginario, de un ideal carcomido por la decadencia de la realidad y el pánico escénico, no, debo trascender a esa mentira que alimentó a tantos poetas, toda esta metamorfosis no puede haber sido en vano. Mis ojos serán los únicos que merezcan mirar por mí, mi boca será la única que merezca putear por mí, mi mente será la única que pueda razonar por mí, mi alma será la única que debe elegir por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario