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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sin contexto temático.

Yo haría todo por entender cuál es el sentido de despertar en la mañana, sentir la boca seca, un nudo en el estómago y un montón de sensaciones implícitas, desagradables y circulares. Y en realidad esos razonamientos circulares que suelo tener son devastadores e inútiles, sólo me traen donde mismo, al principio, que es lo mismo que el final. Hasta que surge una pequeña idea aclaradora que marca una línea imaginaria entre la esperanza y la tierra prometida. 
No cave duda que no saber distinguir entre lo que hacemos bien o hacemos mal es un signo de lo perdidos que estamos. 
Es tan difícil seguir un contexto temático sin desviarse, tengo tantas cosas de que hablar que me resulta imposible continuar extendiendo la misma idea tres líneas más abajo. Y me siento devastada por la injusticia de la boca sin su beso, que dejo de buscar respuestas donde no las hay. Quién podría descifrar de lo que estoy hablando, porque ni yo, la que escribo, entenderé lo mismo que escribo hoy mañana, porque mañana seré otra con la misma cara. 
¿En qué estaban pensando los poetas? ¿En qué estaba pensando yo? Esta libertad me está asfixiando. No planeo excusarme, no planeo salir volando. No creo en la inconsciencia, en los domingos, en los perdones, en los no puedo, en las mentiras, en el valor y dejé de creer en los héroes. Sólo creo en la fe que tengo de que mañana simplemente sea diferente a hoy y que mis ganas no se ahoguen al abrir y cerrar los ojos otro día. 
No tengo un final concluso, porque la vida seguirá corriendo inclusive cuando esté muerta.

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