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domingo, 8 de junio de 2014

Insomnio estéril

Las noches frías me llaman a pensar en el calor, no es sorpresa que los deseos nazcan de la ausencia, de la evocación de lo perdido o lo que se quiere ganar. Prefiero este monólogo para poder dormir, prefiero el descanso de la creación vacía, libre, potencialmente el todo y la nada. La libertad ganada sobre nuestras propias cadenas autoimpuestas, es la más hermosa, la más secreta y callada, es un triunfo sobre nuestra debilidad a la que estamos acostumbrados. Reconocer que somos nuestras propias cárceles, los verdugos más hipócritas, los esclavos de nuestros deseos culpables ¿y para qué tanta culpa? ¿para sentirnos más insignificantes? ¿actuamos bien para ser buenos? o ¿para guiñarle el ojo a la culpa que nos muestra la horca? No lo quiero saber. 
Es más real la responsabilidad que la culpa, porque parece más interna y menos impuesta desde afuera. Divago. La libertad de poder ser responsables y no culpables. Sin horcas, sin el dedo de la vergüenza apuntándonos, sin el ojo personal que nos mira en cada ”error", en cada tropiezo. No le echo la culpa a nadie. Nadie es culpable, pero somos todos responsables.

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