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jueves, 7 de octubre de 2010

Then...

La fugaz partida de lo infinito, la singular forma de amarrarme a mi propia verdad, qué simple forma de ver lo inactivo, que explícita ocurrencia de cambiar. Las paredes me protegen del frío, y qué sé yo de frío, qué sé yo de la verdad, lo único que sé es que mis pensamientos son infinitos, y que ni siquiera al morir me dejarán en paz. Qué quiero, quisiera saberlo, es más fácil saber lo que no quiero, y aún así me confundiría, aún así tendría miedo. Qué cambió en mí, las sombras en el patio comienzan a tener identidad, las conozco, ya no son extrañas, me parecen tan atractivas. Mis pisadas complacen lo que deseo recorrer, mis ojos ven lo que desean ver, y todo funciona tan perfectamente, esta armonía que esperaba se cumple, qué miedo, me dejo caer. Mis ojos no son tan profundos como querría, pero ya no se sienten tan cansados, dónde está lo absurdo de este párrafo, dónde se encuentra lo que en verdad soy. Por favor, deja de esperar la melancolía, por favor, deja de llamar a las sombras sin nombres, por favor, apaga la luz y tan sólo duérmete.

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